Córdoba es una de las ciudades más turísticas del estado. El número de visitantes no deja de crecer cada año, así como los ingresos que se derivan de esta actividad. Cada vez que alguien entra en un bar, come en un restaurante o se aloja en un hotel de Córdoba contribuye a aumentar la riqueza de los empresarios del sector, pero no de sus trabajadores y trabajadoras. Cada cerveza, cada plato de salmorejo y cada alojamiento están sostenidos, en su inmensa mayoría, por la precariedad y la explotación laboral. Las personas asalariadas que trabajan en la hostelería, son las más baratas del mercado laboral. Según la última encuesta correspondiente al 4º trimestre de 2016, el coste laboral en el ramo de la hostelería es de 1.615,33 euros al mes, el más bajo de los sectores profesionales estudiados. El coste salarial medio se situó en 2.649,97 euros al mes, lo que supone que quienes trabajan de la hostelería estarían percibiendo un salario bruto de unos 1.000 euros menos que la media. Y si comparamos a los trabajadores de la hosteleria con respecto a los salarios más altos, los del sector industrial, la diferencia sube a más de 1.600 euros al mes. Es decir, que el salario de un camarero o de una cocinera es de la mitad que el de un operario industrial. En el convenio colectivo provincial del ramo, el salario mensual de la gran mayoría de los trabajadores de la hostelería va desde los 1.018 a 1.057 euros para una jornada de 40 horas semanales. No obstante, la abrumadora realidad del sector es que apenas se superan los 800 euros al mes, con jornadas de hasta 60 horas semanales.
En el caso de Córdoba, con un 29,42% de personas paradas (casi 11 puntos más que la media del estado), se hicieron en 2016 algo más de 61.800 contratos en la hostelería. Esto podría hacer pensar que el aumento de ingresos del sector está reportando una bajada del paro. Pero no. El paro en la hostelería solo bajó en un 0,31%. Porque, no sólo un 97,5% de esos contratos tenía carácter temporal, sino que cada persona fue contratada, de media, 3,6 veces en el año. Es decir, la gran parte de los contratos recayeron en las mismas personas, lo que indica a las claras el fraude masivo en la contratación que se da en el sector (más del 93% de los contratos fueron por obra o servicio y eventuales por causas de la producción, mientras que el fijo discontinuo, que debería aplicarse en estos sectores de alta temporalidad, fue prácticamente despreciable: menos del 0,2%). En concreto, entre los camareros y camareras, la rotación es de 3,95 contratos al año por persona.
Por otro lado, sigue creciendo la contratación a tiempo parcial (sube un 12% en Córdoba en 2016). La
proporción de población ocupada con jornada parcial en el sector turístico andaluz (29,3% frente al 21,1% del sector servicios o el 18,2% del total de la economía), constituye otra enorme fuente de fraude que permite a los empresarios contratar por 3 o 4 horas diarias -o menos- mientras que las jornadas que se realizan superan en la práctica las nueve o diez horas al día. Trabajo sin contrato o en fraude de ley; disposición plena para cubrir los fines de semana y festivos, descansos semanales mínimos que no se respetan; horas extras que no se pagan, sino que van incluidas en el sueldo; una inoperante inspección de trabajo y la colaboración silenciosa de los gobiernos locales de diferente signo completan el cuadro del “éxito” del turismo en la ciudad de la Mezquita.
Las cifras constatan que en esta ciudad, las personas que trabajan en el sector son las que menos se benefician del constante incremento de visitantes, permaneciendo en una situación de subempleo y de trabajo “en negro”. Una situación consentida por los poderes públicos, en cuyo discurso en absoluto aparece la mejora de las condiciones laborales y salariales de las personas que hacen posible ese enorme caudal de ingresos, que se queda en la caja de los empresarios.
En este entorno, es a los trabajadores y trabajadoras cordobesas a quienes les corresponde asumir el
protagonismo. Para conseguir la distribución de la riqueza en favor de la mayoría social de la ciudad y para apostar por un cambio de modelo económico, incluido por supuesto, el del turismo.
Aquí puedes escuchar el testimonio de un trabajador que han sufrió la precariedad y la explotación de la hostelería en nuestra ciudad. Concretamente en el «Bar Munda» situado en la Calle Conde de Cárdenas.
Y a continuación, te mostramos la campaña realizada por la CNT llamada #HosteleríaDigna.