Hablamos con Manolo Cuello, sobre el turismo de masas en Córdoba, concretamente sobre la turistificación que afecta al casco histórico de la ciudad y lo que ha cambiado éste en los últimos años.
Es una tranquila mañana de julio en Córdoba cuando nos encontramos en la sede de la Asociación Vecinal Axerquía con Manolo, miembro de la asociación desde hace muchos años. Se muestra preocupado por la despoblación progresiva de la zona: desde 2002 el distrito ha perdido casi 3.800 habitantes y el vecindario está cada vez más envejecido (el 5’5% son mayores de 65 años).
«La gente joven se va de aquí», nos dice. Los servicios públicos son deficitarios, no hay zonas deportivas, ni aparcamientos, los colegios públicos son sustituidos por concertados, existen muchas trabas para la rehabilitación de edificios y los comercios vecinales corren el riesgo de cerrar y convertirse en bares donde servir cañas a los turistas.
Desde 2002 el distrito Axerquía ha perdido casi 3.800 habitantes
Nuestro casco histórico, como otros muchos en Andalucía, corre el riesgo de convertirse en un parque temático donde la patronal de la hostelería campe a sus anchas sin límites. Y es que, según nos cuenta Manolo, la Junta de Andalucía va a aprobar próximamente un Decreto para regular la ampliación horaria en zonas de especial afluencia turística y rebajar así las ordenanzas municipales permitiendo que la hostelería cierre más tarde (ver artículo Hostelería en Córdoba: patrimonio de la precariedad) y pueda celebrar espectáculos sobreutilizando el espacio público sin restricciones. Y, por supuesto, todo ello sin contrapartidas: el beneficio privado no revierte en la ciudadanía de ninguna de las maneras y el trabajo que se crea suele ser temporal y muy precario.
¿Cómo se puede frenar el turismo de masas en Córdoba?
Ante la turistificación en Córdoba, ¿quién va a querer vivir en el casco histórico? ¿cómo se concilia la vida vecinal con el turismo de masas, si es que esto es posible? El portavoz de la AV Axerquía se muestra relativamente optimista con la situación de la ciudad, puesto que aún no se ha llegado a los extremos de otras como Barcelona, Madrid, Ibiza o Venecia y todavía se pueden hacer cosas para cambiar esta dinámica. Nos habla de las recomendaciones de la Organización Mundial del Turismo (organismo perteneciente a la ONU) en las que se insta a los gobiernos a «apostar por un turismo sostenble que respete a las comunidades, sus tradiciones y costumbres». Nos dice que sin presión a las Administraciones Públicas como el Ayuntamiento, no hay nada que hacer. De hecho, hace más de un año nació en Jerez de la Frontera la Federación de AA.VV. de cascos históricos de Andalucía que surge con el objetivo de ser más fuertes en las reivindicaciones y que la voz de las vecinas y vecinos sea tenida en cuenta (algo que no suele suceder últimamente) ante el riesgo de la turistificación que viene acompañada de alquileres imposibles, mientras crecen los apartamentos turísticos. Incluso se ha llegado hasta el extremo de Málaga, donde los hosteleros han exigido al Ayto. que el centro deje de ser considerado zona residencial para que no haya que respetar horarios de descanso. Esto aún no ha sucedido en Córdoba, pero podría ocurrir algún día si no peleamos lo suficiente, concluye Manolo mientras sortea a algún que otro turista que arrastra la maleta por calles empedradas.